Para lelo

D
e la profunda desesperación, saldrán brotes de puro odio. Sonreís y mirás la calle satisfecha, el alba ya es susurro de un ronco vendedor ambulante:
Alfajores alfajores! —grita—
Almohadones, almohadones! —anhelas entre bostezos buscando la sube—
“Es de mi profundo deber informarle que usted adeuda una mora de hace tantos años” El mismo discurso repetido todos los día en el auricular, frente a una pantalla carnívora, de espalda a una vieja ventana que nadie se anima a limpiar. La buena presencia, el tono amable, la seriedad mal aprendida y toda esa boludes para mantener el puesto de trabajo.
La cosa es así: mientras más te esfuerces por mantenerte sería más ganas me dan de hacerte reír. Las luces brillantes de un microcentro nocturno develan un caldo de perversidades a punto de hervir. “¿Será ese el colectivo que me lleve a casa? ¿Será está la vida que me elige para el resto de mis días?” Pensas. Hasta donde sé querías ser abogada, pero un día los libros se volvieron insípidos, el desánimo ayudo un poco para un resultado predecible: Abandonar y trabajar de lo que pinte, juntar plata para salir de joda, tomarse una birra y esperar a cumplir condena en un call center atestado de futuras abogadas (dejadoras de abogadas mejor dicho).Sin embargo tu caso es distinto, la que dijo que no podías eras vos, nadie más, deambulas en una vida prestada que por ahora no te disgusta del todo.
Por mi parte te cuento que voy todas las mañanas al estudio dónde tendrías que estar atendiendo a dejarte las facturas que te gustan, leo una revista en la sala de espera mientras la secretaria me sonríe. Pasan los minutos, la doctora grita mi apellido; paso a la oficina, pido un café y me reconforto hablando de la vida, agradeciendo ese gesto atento de escuchar lo que nadie quiere. Sobre expedientes apoyamos las facturas, sobre el clima nunca hablamos porque no hay tiempo para charlas de compromiso. El tiempo se aprovecha con la gente que se quiere o se desperdicia: ¿ Lo mismo pasa con la carrera, con el trabajo, con todo aquello sobre lo que debemos decidir? Ni idea. Sin embargo debo reconocer que esa oficina existe pero vos no estas, esos expedientes acumulados quizás sí. La secretaría también está, pero yo no. Todo lo que teníamos planeados para nuestro futuro se desconfiguro, se filtró en ese mundo paralelo de la vida que tendríamos que haber tenido, de las oportunidades que pasaron y no fueron aprovechadas. Pero no todo es nuestra culpa, linda, a veces es mejor dejarlo así. Aceptar para seguir.

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