Crisis del '29 ( Relato)

F
ranco caminaba las calles de la gran ciudad con un nudo en la garganta. La crisis que se avecinaba con fuerza había llegado en forma de despidos. A penas tenía en su bolsillo unos centavos para pagar la habitación en la que dormían 7 obreros atiborrados. La fábrica lo explotaba, el anarquismo concentraba todas sus fuerzas para luchar contra un estado corrupto, estaba cansado de pelear y el traje apestaba. Sus manos gastadas tocaron un papel doblado prolijamente en su bolsillo. Se emocionó al pensar que era un billete, se sentó en el cordón de la vereda y lo desarmó con ansias.Los hombres elegantes pasaban por al lado suyo casi sin verlo, estaban sobrepasados de stress porque la bolsa de Wall Street se había derrumbado: “¿Que vamos a hacer ahora?” pensaba.Sus compañeros habían dejado sus puestos de autómatas en la fábrica y copaban las calles. Se sentía desalentado pero veía que por lo menos no era el único. Había algunos más valientes, otros más enojados, otros más perdidos, otros sentados en una vereda soñando con otra vida. Suspiró mirando al cielo, luego leyó:


“...Por eso te digo,no te desalientes.—Una esquina del papel estaba cortada y las primeras letras manchadas con grasa no se veían —Aún cuando el sol no brille y  no haya estrellas que te guíen. Ni cuando las personas que amas decidan dar un paso al costado de tu vida.
No tengas miedo, cobarde, porque en cuanto el perro huele el miedo te muerde.¿ Te acordas como era el campo donde naciste? ¿ Te acordas la bicicleta roja con la que eras feliz? van a estar siempre a tu disposición si algún día elegís regresar.”


Comprendió que no era momento para bajar los brazos, volvió a doblar la servilleta y la guardó en su bolsillo delantero. Se levantó del árido cemento que había enfriado cada parte de sus esperanzas y se unió a la multitud que marchaba. Reconoció que ahora tenia motivos por los cuales​ seguir adelante.Esa servilleta que había guardado por casualidad le había dado mucho más que cualquier patrón generoso. Ya no tenía que quejarse ni renegar nunca más, una reflexión sincera basto para comprender que resistir era la única forma honesta de no ceder ante la adversidad.

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