Caminar y sonreír

C
aminar y sonreír. Eso era lo que tenía ganas de hacer. No porque todas le estuvieran saliendo bien, al contrario.Lo había acuñado como una forma de resistencia. De la misma forma en que el cerebro envía señales eléctricas al cuerpo, estos movimientos son involuntarios. Las zapatillas golpean el suelo con ritmo. Primero, el de su respiración. Después, el de sus auriculares.
La sonrisa no era de placer, mucho menos de diversión. Si la tuviera que describir diría que era de ironía. Esa mirada con la que se toma las cosas en la vida. La que muchas veces utilizó de escudo para que las flechas no lo alcancen. Aunque hoy sienta que no tiene estandarte por el cual luchar, se siente entero; se burla de las cosas que no están saliendo como esperaba. La acidez que no cura un alikal, le permite reírse del pasado y de paso comprometerse con su presente.

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