Temas pendientes (Relato)

Eran pasadas las 8 de la tarde, cuando Pablo se disponía a cerrar el estudio jurídico que compartía con su socio Francisco. Tenía las manos frías, lo cual dificulta el trabajo con las llaves, demandando más fuerzas de lo habitual.  Se encaminó a la esquina de siempre a tomar el colectivo que los dejaba a media cuadra de su casa. Saludo al kiosquero, donde compraba cigarrillos, y ocasionalmente pastillas de mentas. Mientras buscaba los auriculares en el bolsillo izquierdo del saco, comenzó a sonar su celular. Era francisco, que quería encontrarse con él para compartir una cena, asi podian aclarar algunos temas pendientes. Su voz dejaba entrever cierto aire de enojo, pero pablo lo asocio al cansancio del día y trato de hacer corta cada una de sus respuestas para no generar en francisco un esfuerzo adicional en la invitación.
Desistió en la tarea de esperar el colectivo, levantó el brazo para detener un taxi. En su cabeza resonaba la frase “ temas pendientes” ¿ A que se refería francisco con eso? ¿ se había enterado de alguna información confidencial? era cierto que por algunas semanas no había trabajo mucho tiempo juntos, por lo tanto, habían tenido clientes distintos con sus respectivos problemas a resolver, pero el desarrollo de los casos transcurría normalmente.
“Le echaron al primero a los 5 minutos del partido. ¿podes creer?” le informaba el taxista a pablo, que se encontraba muy lejos de esa conversación. “ Una injusticia” contesto para no ser descortés. ¿ Había sido alguna vez injusto con su amigo y socio? En el estudio nunca habían tenido problemas con la división  de las tareas, cada uno ocupaba razonablemente su jornada laboral. El dinero era una pasión que compartían, cobraban honorarios abultadas para cubrir cosas que sus clientes hacían a espaldas de la ley. Muchos de los que llegaba al estudio tenían un pasado, y un presente muy pesado.
Pago el taxi con el cambio justo. Se bajó del auto mirando una y otra vez, el papel con la numeración que su amigo le había pasado. Parado frente  a la puerta de una gran mansión, con ventanales inmensos que no dejaban ver nada hacia el interior y una puerta estilo antiguo, se frotaba las manos dubitativo y nervioso. Tras varios minutos golpeando la puerta, prueba girar el picaporte para comprobar si estaba abierto. La puerta se abre, “ Hola francisco?” el eco de su voz se expande por todas las habitaciones, evidenciando que se trataba de un espacio amplio. Con una velocidad que no pudo registrar, todo se volvió oscuro para el. Se preguntaba si ese estruendo había sido de la calle o si era producto de su imaginación. Un ardor en el estómago, no lo dejaba pensar con claridad, era capaz de cualquier cosa por sentarse a comer y tomar con su amigo, en esas horas del día donde el hambre se hace presente.  A tientas buscaba una puerta que lo llevara a la cocina, pero en el camino, sintió como si los minutos no pasaran, como si el aire estuviera más espeso, como si detrás de esa puerta hubiera encontrado su final.

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