Goodbye (Relato)

Estaba desencajado… otra vez. Todos los que estábamos ahí presentes tuvimos la sensación de estar viviendo un dejavu grupal. Entró en la cocina donde jugábamos a las cartas mientras tomábamos jack daniels, lo habitual de un viernes por la noche. La puerta retumbó al cerrarse de un fuerte golpe, su mirada estaba perdida aunque nos miraba a cada uno de los presentes. Sus amigos de siempre. No llevaba su saco puesto, tenía la camisa blanca arremangada y empapada de sudor. Su rostro había tomado un color rojizo, como si hubiera estado expuesto al sol durante horas, su mandíbula apretaba su admirable dentadura, su cabello estaba revuelto algo muy poco habitual en él, sus ojos cubiertos por una fina capa de lágrimas que no llegaban a constituir el llanto. Nos quedamos en silencio mirándonos por unos segundo, nadie sabía en verdad que hacer. Víctor fue el primero en hablar: “¿por el amor de Dios, que te pasó?”No contestó, y siguió caminando por el lugar con la mirada perdida. Desde mi lugar miraba la situación, intentado buscar alguna solución que pudiera ayudarlo. Sabía que no sería fácil, el whisky caliente y mi jugada perfecta me miraban desde la mesa, todo perdió su color. Me daba lo mismo que sea agua sucia y la peor jugada de la noche. Dante, que era el más inescrupuloso de los cinco, se percató que está vez iba en serio. Siempre se tomaba a chiste todo lo que decíamos, para él no había límite para el humor (más cuando se trataba de abrir nuestros sentimientos, quizás porque pudo querer y se defendía de eso) Sin embargo, esta vez, me codeo con fuerzas cuando lo vio acercarse al afilado pica hielo que habíamos utilizado hacía algunos minutos. Charly me miraba con su habitual cara de miedo, la cual utilizaba para casi todo. Debajo de sus grandes lentes culo de botella, ocultaba una mirada de espanto La ira lo consumía por dentro, casi podíamos oír como su sangre burbujeaba en la aorta. Se dirigió arrastrando sus pies, hacia la mesada de mármol verde. Apoyo sus brazos sobre ella y agachó su cabeza en medio, mirando sus pies. Fue el momento de suma tensión. Inhaló todo el aire de la habitación y exhaló un grito desafinado que vino desde su estómago. Cada uno salto de su silla para tomarlo del pecho y sacarlo de ahí, en realidad queríamos sacarlo de su mente, mostrarle que ese laberinto tenía una puerta de salida. La mesa voló en el intento que hizo cada uno por salir de su lugar, los vasos se rompieron y todos ensayabamos movimientos torpes para salir de cada lugar, las cartas y las fichas que utilizábamos para apostar también se dirigieron hacia el piso, los cigarrillos por suerte se deshacían en nuestros pasos desesperados. Atinó a tomar el pica hielo. Yo mientras tanto intentaba salir de los barrotes de la silla de madera donde se había trabado mi zapato, la desesperación complicaba la tarea. Apuntó el afilado utensilio a la sien, mientras lo sostenía con su puño tembloroso. Esta vez una lágrima alcanzó sus labios, hasta que un rapto de lucidez lo hizo arrodillarse fatigosamente ante nosotros. Termino por acostarse boca abajo por completo en el mármol blanco y negro. La calma por fin comenzaba a retornar en el ambiente,charly le dio una palmada en la espalda como forma de consuelo que pareció reactivar su furia. Como si su otro yo volviera por más, se levantó, nos miró con una risa irónica a todos y salió a la calle con tal velocidad que ninguno pudo seguirlo. Escuchamos el motor de su auto alejarse de la escena a gran velocidad. Escribo esto solo para sacarlo de mi cabeza y por fin descansar, tratando de entender que un día no pudo más y está fue su forma de despedirse de nosotros, sus amigos, hermanos y compañeros. Cuando las palabras no alcanzan, sólo hay que dejarlo ser.

Entradas populares de este blog

Escucho cumbia