Un pastel de papa

Dicen que allá afuera la realidad se desconfiguro de tal forma que reina el desánimo en los rostros, que el miedo se hizo carne. Yo vengo de ahí por lo que puedo dar garantías sobre el asunto, casi me contagian. El mando fue tomado por gente sin un gramo de sensibilidad que pretende sacarnos de la pobreza, nos ven encapuchados y se tientan en sacar el arma solo para recordar viejas épocas.

No quiero ponerme denso sobre el asunto ya que seguro estás al tanto de todas esas cosas que salieron mal. Miro desde la esquina como a lo lejos se prende fuego  lo que hace rato llamabas tuyo, las llamas se llevan las pocas esperanzas que guardabas por las dudas. Mientras el fuego se dispersa pienso que va a ser difícil pilotar éste vacío, me cuelgo mirando el humo, elevo el último suspiro hacia un cielo que hace tiempo dejó de ser azul.

Parado frente a tu puerta ya me siento a salvo, es muy extraña la sensación de paz que puede transmitir sólo un pensamiento. Lo único que te pido es que me compartas tu refugio y me hagas un lugar en tu mesa, aunque suene exagerado son momentos en los que un pastel de papa calentito puede salvar el mundo. O nuestro pequeño mundo, y eso ya es decir bastante.

Entradas populares de este blog

Escucho cumbia