-Pero hay algo que nunca podrá comprar: Un dinosaurio.
Como todas las tardes, voy al chino más cercano para comprar provisiones. Luego de recorrer las góndolas, con esa mirada perdida en los productos esenciales y la relación arbitraria con el precio, voy caminando decidido a pagar. Las cajas están llenas de mamás cansadas, y pendejos malcriados que piden a gritos todo lo que ven. Busco una caja más tranquila. Elijo conservar mi poca paciencia. Me ubico en la que tiene un límite de diez artículos. La fila está llena pero avanzamos rápido. La mayoría somos hombres solos y una pareja de padres jóvenes que pasan los productos de a uno, mirando fijo el visor de la caja. Visten de una manera muy sencilla. Pispeo lo que llevan y caigo en que sólo alcanzaría para un día o dos, con mucha esperanza. Leche, pan, un paquete de arroz azúcar, yerba. Nada más. El nene que los acompaña, de unos 5 años, se abraza a la pierna de la madre mientras embolsa a...